Bienvenida

Entras en un taller de poesía donde no hallarás ningún maestro; tan sólo un alumno con vocación de no dejar nunca de ser alumno.

26 jul 2011

La playa vacía







Fotografía de Marta Chaves



   
  
08:40
   
Tampoco ésta es la hora de la playa vacía.
Del nordeste es el viento; y las gaviotas,
abriendo su plumaje,
en el aire prolongan las espumas
   y gritan.
   
Una joven pareja, paseando descalzos
   sobre el espejo frío de la orilla.
Se detienen, se besan, seductoras palabras
   se intuyen evidentes al roce de los labios
   desde el hombro desnudo a la mejilla,
y brillan.
   
Olor a mar y a bruma,
distante olor a ti.
Sobre algas frescas profundas, se mecen
   los hijos que no tuvimos: son náufragos
   ateridos  -sus labios azulados-
y lloran.
   
Regusto de ansiedad: un perro dócil
   en la lengua,
pero fiebre en los ojos de un caballo
   desenfrenado y loco
   que quiere galopar con furia mar adentro,
mar adentro
                       mar adentro.
    
No: tampoco ésta es la hora de una playa vacía.
Es hora del regreso, remontando la cuesta
   hinchando los pulmones; y contando los pasos
   o las piedras, o haciendo algo más estúpido
   para volver a ser.
   
18:30
   
Candil de triste luz,
el día pudo ser, al fin, coronado
   de un sol que sólo podría ser pura bondad
   en esta región del norte bañada
   de verde y azul,
tan alejada del hambre del mundo.
   
Alborozo de niños
   jugando ya en la arena con sus gozosos padres.
Collares de abalorio en vírgenes mojadas
  -tocinillos de cielo.
   
20:03
   
Va cayendo la tarde y, como si algo ocurriese
   o bien que alguien pasara,
o que fuera un sonido o el aire respirado
  -o es quizá todo un poco
                                                   o quizá nada-
hay algo que me lleva de nuevo a recordarte.
   
Y entonces sólo pienso en la mañana siguiente,
cuando vuelva a buscarte…
   con la playa vacía.
    

18 jul 2011

Celebración

    
  
  
   
  
... Así habitamos un territorio
con el delirio del fugitivo
que se dispone a levantar
una casa ...
(“En vez de ley”, Miguel Suárez)
  
1.-
   
Viento de verano enfilando laderas
en un pequeño valle.
Olor a mies y a tierra.
Un renovado manto  -polen sobre raíces.
Chopos altos, enormes.
   
Celebración para las almas (no aniversario).
   
2.-
   
Vibran las copas: millares de cascabeles.
Sonora y dócilmente crepitan las alturas,
como música nueva.
   
Y arrebolada palpitación hasta los labios.
  
Celebración para oídos, para arterias.
   
3.-
   
Viaje inconcluso, en ese instante corpóreo.
Viaje inconcluso para los sueños de azúcar
de un tiempo ya maduro.
   
Paradoja entre júbilo y tristeza.
   
Celébrense siempre los motivos de júbilo:
sea leve, vivir.
   

9 jul 2011

Muros

   
  
  
  
  
  
  
   
   
   
   
   
Altura calculada: no hay distancias ni alturas
medidas bajo la necesidad.
    
En esta noche extraña, de inquietud y de insomnio,
observando los astros se borra la mirada
que ya no es de unos ojos, sino
de la gran y única Pupila Humana;
  
y llega ese olor triste, como a desesperanza,
de cada ser humano ante sus propios muros,
                                                                                        midiéndolos
bajo un sueño febril para saltarlos,
ignorando desgarros en su trémula carne,
desoyendo su alma  -de cualquier modo herida.
    
Altura calculada, aunque sepamos:
no todos los muros son iguales
                                                               pero todos
se enfrentan a la necesidad
entre el valor y el miedo.
   
¿Acaso alguien entiende su existencia,
algo que el Ser Humano se interpone a sí mismo?.
    
Pensaba en todo esto, calibrando
                                                                  mi ombligo;
y necesariamente, por ello, en Ti pensaba:
calculas mucha altura.

Derribaré, algún día, un muro de guijarros
en solitario, solo, rompiendo mis espejos
tras de abrazar a la Mujer-Eva primigenia,
o a cada parte de ella que haya en Ti,
o a ese completo “Tú” plural de quienes...
se atrevieron a mirarme sin temor a cortarse
ni vieron por ello decadencia en el azogue
de mis pobres añicos que reclaman su luz.
    
Pensaba en todo esto, y lo escribía
sin pretender  -¡maldita sea!-  la forma de un poema.
Desahogado lamento, al respirar en la noche,
en esta noche de julio, esta noche tan suave,
que hoy notaba tan triste,
tan extraña.